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Houston abusa de N.Y. en un partido alucinante.

La apabullante victoria de los Rockets frente a los Knicks (103-131), nos dejó pinceladas mágicas de todo el equipo, destacando una vez más James Harden, que consolida su liderazgo dentro del vestuario de Houston, y Chandler Parsons, que nos confirma que él será el más fiel escudero de Harden, en la búsqueda de la gloria para los Rockets.

Scott Halleran

Si el partido era especial por lo que siempre tendrá para nosotros un Rockets vs Knicks, incrementado por la presencia de Jeremy Lin en las filas de Houston y no de New York, los dos equipos demostraron que no defraudarían… bueno Houston al menos no lo hizo.

Palizón en el Toyota Center que se recordará por bastante tiempo, por la excelencia ofensiva que ambos equipos mostraron, anotando en total 234 puntos, en lo que ha supuesto el mejor espectáculo visto en casa de lo que llevamos de temporada.

Si los 33 puntos (7 de 15 en tiros de campo, 3 de 5 en triples y 16 de 16 en tiros libres), 9 asistencias y 4 rebotes de James Harden no eran algo inusual verlo en un choque de este calibre y por lo tanto no fue una gran sorpresa, los 31 puntos (impresionante 13 de 17 en tiros de campo, con 4 de 7 en tiros de tres puntos), 5 rebotes y 4 asistencias de Chandler Parsons lo fueron un poco más.

Día a día Parsons se consolida como la pieza más importante del engranaje de los Rockets, después de Harden. Una pieza que se antoja cada día más vital para nosotros, teniendo en cuenta que cada estrella necesita de un fiel escudera que tire del equipo cuando la estrella no esté del todo fino, o ausente por alguna lesión.

En nuestro caso, Houston ha descubierto en Parsons esa pieza complementaria en el puesto de 3, que se combina a la perfección con el jugador franquicia Harden. Y todo esto por encima de la aportación que Jeremy Lin se está brindando a los Rockets en esta temporada (de momento). El buen aporte del taiwanés es vital para la distribución eficaz del juego ofensivo de Houston, pero haber descubierto que tiene dos grandes opciones a la hora de depositar plenamente la confianza del equipo, cuando el balón esté más caliente que nunca, es muy importante para el despegue de estos Rockets.

En su reencuentro con sus ex compañeros, Lin logró manejar muy bien al equipo lanzándolo muy bien al contragolpe, y facilitando el buen movimiento del balón en busca de buenas posiciones de tiro. Anotó 13 puntos, recogió 7 rebotes (todos defensivos) y repartió 3 asistencias. Solo las cuatro pérdidas de balón de las que fue protagonista, fueron el único punto negro de su actuación, que se puede catalogar de un retorno de la Linsanity a la liga. Habrá que ver si la Linsanity permanece constante en la competición y no desaparece como lo ha hecho desde la lesión de Lin la pasada temporada, hasta ahora.

Otro que lo bordó magistralmente fue Omer Asik, que a sus 14 rebotes (algo habitual en él), hubo que sumar 18 puntos y una presencia contundente bajo el aro rival, que es algo que espero ver de él aún más amenudo, por el potencial que es capaz de exhibir nuestro center, partido tras partido. Se le vio confiado a la hora de afrontar el aro, tanto para machacar la canasta rival, como para realizar su ya famoso reverso y canasta a aro pasado.

En definitiva todo funcionó a la perfección y no hubo nada que objetar a una victoria, en la que también habría que destacar los 10 puntos que Patrick Patterson logró, uno de ellos con un mate espectacular a pase de Harden, que mostró tanto el dominio y contundencia de Houston, como la resignación de los Knicks, que en algún momento perdieron los papeles, como en el codazo de Chandler a la garganta de Asik, en una lucha por un rebote, cuando el juego ya estaba más que decanto en la segunda mitad. Toney Douglas anotó 11 puntos, poniendo fin a la lista de jugadores de los Rockets que lograron dobles dígitos en la faceta anotadora (Daequan Cook se quedó en 9 puntos).

Pues bien, la victoria llegó y con ella el balance de 6-7 que en estos momentos nos deja a un solo triunfo de la postemporada, en una clasificación, todavía muy apretada en el Oeste. Ni los 37 puntos de Carmelo Anthony pudieron en esta ocasión a un juego veloz, con confianza en el contraataque (en algunos casos lanzado por Lin, en otros por Harden), en un juego contundente debajo del aro (tanto a la hora de anotar como a la hora de taponear y defender bien) y un movimiento fluido del balón alrededor de la zona, buscando tiros cómodos, que posibilitó que los Rockets lanzasen, 89 veces a canasta y anotando 46 veces (51,7%), siendo 25 los lanzamientos de tres puntos y anotando 14 (56%, superando con creces la media anotadora de tres de los Rockets en esta temporada). En tiros libres el porcentaje de acierto si situó cerca del 90% con 25 aciertos de 28 intentos.

Con tan "solo" 14 pérdidas de balón (por 15 de los Knicks) y 131 puntos a favor, por 103 en contra, el espectáculo para los más de 18.000 fans que acudieron al Toyota Center estaba servido y preparado para ser degustado con muchísimo placer, solo enturbiado por el colapso momentáneo que sufrí Marcus Morris y que parece que no pasará a mayores, pero que nos tuvo en bilo a todos, por algunos instantes.

Al margen de esto último, todo alegrías y todo sonrisas en el partido que se tenía marcado con especial interés en el calendario. Esperemos que sea un punto de partida especial para poder llegar a lograr las grandes cosas que se esperan lograr en este año, que no olvidemos, sigue siendo de crecimiento y de preparación para lo que habrá de llegar no muy lejos en el tiempo.

Hasta muy pronto desde España.

@BerkutMartin

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